Al Honorable Ministro de
Sanidad, COSTANTE DEGAN.
¡Señor Ministro, de intoxicaciones se muere!
ahora, también, la harina, elemento primario en la
nutrición básica del pueblo, es tóxica y cancerígena.
No basta, Señor Ministro, con conceder licencia de uso
de aditivos venenosos; es necesaria una activa y escrupulosa vigilancia, con
precisas severas acciones para quienes se arrogan el derecho de atentar contra
la salud pública, con tanta cínica desenvoltura.
las recetas medicinales están repletas de medicamentos
antitóxicos, para desintoxicarse de los venenos que, día tras día, los
ciudadanos están obligados a digerir. Yo y mi familia, nos hemos visto
obligados a seguir una cura intensiva de desintoxicación causada por el pan
cocido con leña que estaba impregnada de óxido de carbono.
No es posible que en un Estado democrático se le siga
concediendo libertad a estos terroristas de la vida.
Esperamos que el Jefe del Estado y la gente común
solicite la solución a este angustioso y deletéreo problema, no menos grave que
el de la droga.
Esperamos y deseamos que usted, Señor Ministro, emplee
toda su autoridad para erradicar estas violencias, a menudo, inobservadas e
impunes, contra la salud pública.
¡Lo esperamos!
Atentamente le saluda.