“VOSOTROS ME LLAMABAIS
EL SALVADOR, HOY BLASFEMÁIS MI NOMBRE”.
ES CON ESTAS PALABRAS CON LAS QUE UN HOMBRE SE DESPIDE DE
LOS QUE LE ENCUENTRAN Y HABLAN CON ÉL, ANTES DE DESAPARECER DELANTE DE SUS
OJOS.
TODOS HABLAN DE ELLO Y PRINCIPALMENTE LOS PROTAGONISTAS
QUE LO HAN ENCONTRADO AQUÍ O ALLÍ, PERO DONDE SIEMPRE BROTA, TODAVÍA, EL AGUA
SIN ESCORIAS ENVENENADAS.
EL TRAUMA QUE SUFREN LOS QUE LE VEN DESAPARECER ANTE SUS
OJOS, ES A MENUDO TAL QUE PIERDEN TODO EL CONTROL DE SU EQUILIBRIO.
DOS, DE ENTRE ELLOS, LO HAN VISTO DESAPARECER EN EL
INTERIOR DE SU COCHE Y TERMINARON EN UNA POLICLÍNICA POR HABER PERDIDO EL
CONTROL DE SU VEHÍCULO.
ESE VIEJO ACABABA DE TERMINAR UN DISCURSO MUY CUERDO QUE
HABÍA INDUCIDO LA PREGUNTA:
¿qUIÉN ERES TÚ?.
“VOSOTROS ME LLAMABAIS
EL SALVADOR, HOY BLASFEMÁIS MI NOMBRE”,-CONTESTÓ EL ANCIANO HOMBRE Y
DESAPARECIÓ REPENTINAMENTE DE SUS MIRADAS ESTUPEFACTAS.
PERO, ¿QUIÉN ES ÉL?
¡SIN COMENTARIO!
eugenio
siragusa.
(1973)
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